El director general ante el COVID. Parte II: realismo, rumbo y esperanza
El trabajo del Director General en épocas de incertidumbre implica, primero, tener la capacidad de auto diagnosticar, con realismo, la situación de la empresa, de los equipos de trabajo y de las principales áreas de vulnerabilidad que se viven en una organización.
Realismo basado en la objetividad de los hechos; si la situación financiera es frágil se tiene que enfrentar, aunque duela reconocerlo. Se trata pues de ver lo que realmente es, y no lo que uno quisiera que fuera. De nada serviría intentar opacar una realidad que, sin duda, posteriormente, saldrá a la luz y será determinante en el futuro de la empresa. La objetividad y la frialdad de la realidad ayuda a dimensionar el tamaño de reto por enfrentar. El Director General es el primer responsable de que el diagnóstico de la situación de la empresa sea veraz.
Con diagnóstico en mano, se exige al Director General plantear alternativas, escenarios y, en general, el rumbo por el cual se atravesará la tormenta. Generar alternativas no significa dar cabida a la imaginación sin sentido, en cambio, es el ejercicio de valorar las capacidades actuales, nuestras fortalezas y las capacidades que, sensatamente, se pueden desarrollar en el tiempo razonable para enfrentar una crisis. Olvidar lo que nos hace fuertes, sería un desperdicio, pero de igual manera, resultaría un trabajo desperdiciado imaginar situaciones o caminos que son idealismos no realizables. El Director General, con su equipo directivo, deben explorar caminos atrevidos pero realizables para construir futuro mientras navegan la crisis.
Un tercer elemento resulta vital en situaciones de crisis: mantener en todo momento una visión esperanzadora acerca del futuro. En el Director General no cabe el derrotismo, solo cabe, en todo caso, un espíritu positivo hacia lo que venga por delante. No hay factor más desilusionante que enfrentar un futuro incierto con la batalla perdida de antemano. El Director General es el primer portador de los valores de la empresa, el que impregna la actitud de la organización y el reflejo interior de un equipo de trabajo comprometido a superar las adversidades de la vida en la empresa.
En momentos de crisis se pone a prueba todo: la propuesta de valor de la empresa, nuestros diferenciadores en el mercado, el modelo de negocio, la fidelidad de los clientes, el vínculo con los proveedores, el compromiso de los colaboradores, la unidad del management pero, ante todo, la fortaleza y la virtud de la esperanza en la persona del Director General.
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Parte 3