Paso redoblado ¡ya! Herramientas para un equilibrio en contingencia

Paso redoblado ¡ya! Herramientas para un equilibrio en contingencia

Mucho se ha hablado ya sobre los retos de la elección de ejercer una vida profesional y ser mujer; sin duda, el mayor sigue siendo la transición a la maternidad.

Es que es aquí donde no solo comienza una adaptación en el orden laboral, también se hace una conciliación con una misma. Es un periodo de cuestionamiento, dudas y críticas que vienen tanto de nosotras mismas como de nuestros círculos sociales y profesionales. Tendemos a ser muy duras, a querer resolver todo de tiro y seguir siendo “quienes éramos antes de un cambio tan abrupto, que nos revoluciona la vida. ¡Queremos ser “súper mujeres”!

Trabajar siendo mamá es un reto. Sí, siendo mamá. Simplemente ser mamá implica retos distintos. Implica integrar nuestra vida al trabajo y no al revés. Porque, aunque los papás hoy están más presentes que nunca, la mamá tiene un arraigo lógico y biológico, además de cultural, del que difícilmente se puede desprender. No olvidemos a las familias encabezadas por mujeres que por diversas circunstancias no cuentan con el apoyo físico, moral o económico de otro adulto para hacer frente a estas responsabilidades.

Trabajar siendo mamá y, abrimos paréntesis, de hijos de cualquier edad, es un reto. ¡Los hijos son demandantes siempre! Las preocupaciones simplemente toman matices y maduran a su ritmo. Desde un bebé al que hay que dedicarle prácticamente todo el tiempo por su total dependencia, pasando por niños en la escuela con sus propias actividades y necesidades propias del crecimiento y la maduración, hasta pre-adolescentes y adolescentes que están pasando por un proceso de independencia que afectan la dinámica familiar. Sin embargo, siempre somos mamás, y ellos siempre nos necesitan.

Y hace sólo unas semanas, nuestro camino tenía un propósito claro, un ritmo, estábamos acostumbradas a una rutina que ha cambiado dramáticamente. Hoy, ante la coyuntura del Covid-19, estamos recordando y acercándonos a esos cuestionamientos, dudas y críticas que nos hicimos en aquel momento de la transición a la maternidad: hoy estamos trabajando desde casa todos los días y estamos malabareando. Sí, malabareando, porque es difícil encontrar otra palabra que describa de manera tan exacta lo que tenemos que hacer en esta nueva realidad. Malabareando la crisis de un momento atípico y espinoso en nuestras empresas con las labores domésticas y, además, con el pendiente del (los) bebé(s), o de las tareas escolares, que parecen no tener fin, o resistiendo los cambios hormonales de un(os) adolescente(s) las 24 horas del día. Esto es, definitivamente, una rutina completamente nueva, que por el bien de la sociedad requiere de nuestra permanencia en casa.

Retador, ¿no?

Sin duda alguna terminaremos cumpliendo con todo, pero ¿qué herramientas tenemos para lograr un equilibrio sano y salir adelante lo mejor posible ante esta situación? Compartimos algunas que hemos rescatado para adaptarnos de manera más rápida ante el nuevo entorno:

1.      Identifica tus prioridades: ten en cuenta todas las actividades con las que debes cumplir durante la semana. Haz una lista cada día, ¿qué no puede dejar de suceder hoy? Esta lista tendrá que incluir todo lo anteriormente mencionado sobre esta nueva rutina. Labores domésticas, familiares (dependiendo de la edad de tus hijos), y por supuesto tus responsabilidades laborales. Empieza por aquellas que no puedes dejar de hacer antes de que el día concluya, para las demás, todavía tienes tiempo en la semana. No te preocupes, todo lo vas a sacar adelante. Para priorizar, no sólo consideres “qué hay que hacer” sino “quién quieres ser” en esta situación. Dentro de estas prioridades están la contención emocional a los integrantes de la familia (que igual que tú pueden estar pasando por un proceso de duelo por los cambios que ha implicado la contingencia) y procura el auto-cuidado.

Durante el periodo vacacional, la rutina vuelve a cambiar porque no habrá home school por varias semanas. Es importante identificar otras actividades para los más jóvenes, dar tiempo para el descanso y promover cierta variedad en la rutina para fomentar el ejercicio, la convivencia familiar y el juego, limitando en la medida de lo posible el uso de redes sociales y videojuegos para fortalecer los vínculos y aprovechar el tiempo mientras se impulsa el desarrollo de cada uno de los miembros de la familia.

2.      Termina el día elaborando una agenda para el día siguiente: llénalo primero con juntas y reuniones que no pueden cambiar por tema de horario. Intenta hacer espacios para administrar las demás tareas. El orden te ayudará a cumplir con las prioridades. Los horarios convencionales importan menos. No seas tan crítica. Si cumples con 80% de esta agenda, tendrás la mayor parte ganada.

 

3.      Utiliza los extremos del día: no es necesario cumplir con un horario “tradicional” de oficina. Puede ser buena idea para aprovechar los momentos en los que tus hijos estén más activos para estar con ellos. Despiértate más temprano y gánale tiempo al día. También concéntrate en las últimas horas de la noche cuando ya están dormidos. Esto te permite tener momentos de enfoque en tu trabajo y estar presente como mamá.

 

4.      Gestiona la incertidumbre: Las pérdidas desencadenan un proceso de duelo que implica una reconfiguración a nivel psicológico. En este caso lo que se ha perdido es la certidumbre, la libertad de circulación, la posibilidad de estar en contacto con otras personas más allá del núcleo familiar directo, y podrían sumarse muchas otras variables. Para que puedas elaborar el duelo es necesario aceptar el cambio de la realidad y dar espacio a que emerjan las emociones cuidando de no afectar a los que más quieres. Estos días puedes estar irritable, con ganas de llorar, sentir miedo, o perder la energía. Sé compasiva contigo y busca la forma de trabajar con estas emociones a través del arte, la lectura, la escritura de un diario con tus reflexiones, el apoyo de un ser querido o de un profesional de la salud.

 

5.       “Haz lo que debes y está en lo que haces”: no trates de estar en todo, es físicamente imposible. Enfócate en una cosa a la vez. Si estás haciendo labores escolares con tus hijos, dales toda la atención. Después tendrás tiempo para enfocarte en las tuyas. Si tratas de hacer dos cosas a la vez, es probable que te tardes más y que tengas un sentimiento de poco avance e, inclusive, de culpa.

6.      Controla “lo que sea controlable”: ten tu área de trabajo delimitada. Asegúrate de contar con todo lo necesario para poder realizar tu trabajo sin que se mezcle con otras actividades. Si se puede, explícales a tus hijos que ése es tu espacio para trabajar y que no puedes ser interrumpida mientras estás ahí. Es muy importante utilizar límites, no sólo con tus hijos, sino contigo misma.

 

7.      Crea nuevas redes de apoyo: probablemente la gente que te ayudaba con el día a día no está presente, aunque también puedes tener la fortuna de contar con ellos porque siguen siendo parte de tu nueva dinámica. Tu nueva red de apoyo es quien ahora te rodea. Reparte y delega tareas y, si ya lo hacías, ahora hazlo en mayor proporción. Apóyate en las fortalezas, habilidades e intereses de cada uno. Todos deben colaborar. Es buen momento para cambiar hábitos e inculcar nuevos. El rol de la pareja y la familia hoy se vuelven indispensables. Aprende a pedir ayuda y acepta que no puedes con todo.

 

8.      Date un respiro: algunos académicos recomiendan asignar 10% de tu tiempo para ti misma. Llama a una buena amiga. Disfruta ese café. Medita. Escribe en un diario tus reflexiones sobre lo que está pasando. Haz ejercicio. Lee un buen libro. Regresa a ese hobbie que tanto te gustaba. Recuerda que ahora tienes ese tiempo que antes dedicabas en trasladarte a tu trabajo. Es tu momento. Lo necesitas para sacar emociones y recargar fuerzas. Duerme lo suficiente y toma recesos entre actividades para poder estar enfocada. Busca apoyo emocional, hay incluso terapias en línea o vía telefónica a las que puedes acceder.

 

9.      Cumple y comprométete sin autoexigirte de más: da lo mejor de ti, entendiendo lo que está en tu control y lo que no puedes cambiar. El entorno también se está adaptando y nadie espera que seas perfecta. Asume que es un momento a nivel global de incertidumbre, que requiere habilidades diferentes, pero también presenta la oportunidad de aprender y ser resilientes, incluso de crecer y tomar a la adversidad como maestra.

 

10.   ¡Acuérdate de ser mamá! Date el tiempo para disfrutar y hacer una actividad con ellos durante el día. Juega con ellos y usa el sentido del humor, eso liberará energía y te permitirá estar más enfocada al trabajar y cumplir con las responsabilidades laborales. No te olvides que esta situación también es una oportunidad para estar más cerca y convivir con tu familia de una manera diferente. Ahora sí, físicamente, estás presente todo el tiempo. ¡Aprovéchalo!

Y recuerda, un día a la vez… auto obsérvate para evitar que, por trabajar compulsivamente para liberar la ansiedad, huír del conflicto familiar, o por el miedo a perder tu fuente de ingresos, te pierdas de la oportunidad de estar física y emocionalmente presente con tu familia ¡enfócate en el resquicio de esperanza! Y si alguna vez soñaste con poder estar más tiempo en tu casa, aprovéchalo y toma lo mejor de esta experiencia.

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