Covid-19: Crisis y oportunidad para la empresa

Covid-19: Crisis y oportunidad para la empresa

 

Desde una ventana a la calle en Ciudad de México, o desde una en Bogotá, se ve un panorama común, la grave crisis del covid-19 es seguramente el más grande reto al que se está enfrentando nuestra generación. Sin embargo, no es la primera, ni será la última para la empresa contemporánea. En los últimos noventa años podríamos citar el crac del 29, las dos guerras mundiales, las crisis del petróleo y más recientemente la burbuja de las punto.com, el lunes negro y la de las hipotecas subprime, por mencionar algunas. Cada una con sus propias características marcaron con efectos imborrables la evolución de los negocios.

Por ello, es pertinente recordar que el análisis ulterior de estas coyunturas muestra que algunos empresarios sucumbieron, pero otros salieron fortalecidos: ¿Cuál fue la diferencia? ¿Qué fue lo que hicieron los unos y no los otros?

Distintos razonamientos, apuntan a que, los líderes que salen robustecidos de las situaciones difíciles son aquellos que hacen las cosas diferentes, no más de lo mismo, sino que para su labor de dirección se apoyan en la creatividad y la imaginación propia y de todos los que están a su alrededor.

Entienden que en estas coyunturas confusas las organizaciones tienen que reinventarse, trabajo para el cual la ciencia del management ha creado algunas herramientas, que se resumen en las siguientes preguntas: ¿Qué nuevos proyectos podría desarrollar en conjunto con los clientes o los distribuidores? ¿Cómo crear nuevas sinergias o redes de contención con los proveedores? ¿Qué nuevo tipo de asociación o formas de trabajo se podría co-crear con todos ellos? ¿Y qué nuevo papel pueden desempeñar los acreedores? La empresa y su ecosistema tiene necesidades urgentes, por lo que es apremiante buscar soluciones colectivas y suficientes para el tamaño del reto que impone las circunstancias. Cualquiera que sea nuestra solución, no podrá salir si no es de las capacidades y fortalezas que ya se tenían en lo individual o colectivamente y de las cuales no necesariamente todos somos conscientes.

Con esta perspectiva y como complemento existen otros interrogantes que retan a la innovación: ¿En que otros nuevos mercados antes inimaginables, podría operar utilizando mis destrezas operativas? ¿Cómo podría ofrecer nuevos productos y servicios en los mercados actuales que ya conozco? ¿Qué nuevos proyectos tendría que emprender?  Ciertamente concurren muchas alternativas a explorar. La verdadera tragedia de una crisis surge cuando la dirección se siente incapaz de afrontarla o hace del análisis extenso y la inacción su modo de gobernar. Al igual que en el campo militar, las empresas líderes con sus operaciones se prueban a sí mismas al enfrentarse con las grandes dificultades.

En esta batalla el director no está solo, de hecho, cuenta con formidables aliados: clientes, proveedores, distribuidores y hasta los acreedores, pero sobre todo con los empleados. La fuerza de la organización reside hacía su interior con ellos, quienes siempre han hecho relucir sus mejores capacidades en las épocas difíciles. Es en estos momentos en donde las empresas pueden recoger toda la energía, amor por el trabajo, conocimiento e imaginación que sembraron en sus colaboradores durante los años precedentes. Por supuesto, la alta dirección está obligada a mantener el equilibrio entre los intereses de los accionistas y los de sus trabajadores, pero pensando en sociedad como conjunto no es prudente prescindir de los empleados, pues es también perder a los principales aliados.

 Son los trabajadores los verdaderos jugadores titulares en ese equipo que se llama Empresa. Como en los deportes de conjunto un campeonato solo lo conquista un equipo cohesionado y motivado. En consecuencia, despedir a los empleados como una opción para salvar una compañía, equivaldría al capitán del buque que arroja al mar a sus marineros para ponerse a flote.

 La mejor inversión en épocas de dificultades como la actual, es la que se hace en solidaridad. En busca de este propósito, los empresarios deben tener una mira telescópica y panorámica para advertir que sus decisiones harán parte de la historia de la compañía y dejarán una huella que va mucho más allá del fin de la crisis. En las próximas semanas y meses se estarán tomando muchas decisiones que, no cabe duda, marcarán los siguientes años de la empresa.

De hecho, varios casos de estudio publicados sobre organizaciones que han perdurado en el tiempo sorteando diversas crisis, como General Electric, Coca Cola o Johnson & Johnson muestran que de su análisis y discusión se desprende que, en los años de más aprietos, los equipos de empleados estuvieron por encima de sus jefes en rendimiento y fueron más efectivos en el proceso de encontrar respuestas oportunas a los problemas, e incluso, el trabajo mancomunado dirección-empleados fue aprovechado en forma eficaz para reinventarse a sí mismos. Un gran logro fue que dichas empresas resurgieron mucho más fuertes junto con la sociedad.

Sin duda el mundo de los negocios después de 2020 será diferente. Siguiendo el curso de la historia, estamos en la antesala de un nuevo periodo. En el mundo empresarial, seguramente se reconfigurarán las cadenas de suministros, que tenderán a ser menos globales y más locales, deberán ser muy eficientes con su liquidez, aprovechando al máximo sus operaciones básicas suficientes para mantenerse a flote de forma flexible y adaptable. Al mismo tiempo que el mundo digital penetrará con más tesón cada rincón de la vida diaria. La sociedad cambiará muchos de sus hábitos suntuarios, manera de transportarse y formas de trabajo. En fin, puede presentarse toda una revuelta en los negocios y en las cadenas de suministros tal y como los conocemos. Por eso se dice que las crisis son la antesala de la revolución, el catalizador de la innovación.

En consecuencia, es momento de colaborar con toda la cadena de suministro, las cadenas de los clientes, proveedores y en sí con todo el ecosistema empresarial, económico y social para buscar salidas viables y accesibles. Es también la ocasión de repensar y reinventar economías circulares locales, de crear nuevas formas de operar viables e higiénicas. Después de todo, las relaciones y estructuras con las que hemos vivido no siempre fueron así. Han sido el producto de una larga historia de decisiones que se tomaron generación tras generación, para llegar a las que hoy conocemos. Un punto de vista que sugiere que nuevamente es tiempo de tomar decisiones para reinventar las cadenas productivas de manera que sean capaces de enfrentar los retos actuales y crear el futuro.

Parece que los momentos de aprietos económicos son propicios para el surgimiento de grandes ideas, por eso la proclama del mundo corporativo: “nunca desperdicies una crisis”. Estas traen aprendizaje, avances y prosperidad asiduidad y velocidad imposibles de alcanzar en tiempos de calma o en zonas de confort. El que dirige y opera, el responsable de llevar a su empresa al mañana, no puede perder su confianza de construir un futuro mejor con respecto a lo que vivimos en este instante.

En definitiva, los líderes vigentes deben afrontar a un dilema trascendental, elegir entre sentarse en el sillón del teatro a observar el devenir de los acontecimientos, entreviendo el modo en que se podrían acomodar o, subir al escenario y transformarse en los protagonistas de primera línea para emprender acciones que aporten las soluciones urgentes de hoy y preparen a sus organizaciones para un nuevo amanecer. En otras palabras, la presente generación de directivos y emprendedores tienen la ineludible oportunidad de trascender.

PD: Curiosamente en idioma chino mandarín la palabra crisis (wei ji) viene de la unión de dos caracteres, peligro (wei) y oportunidad (ji).

 

 

 

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